LOOK DE ROSA
LOOK DE AVELINA
Ya hacía dos veces que coincidía con Juan Carlos y Rosa en algún restaurante o local de copas, resulta raro que dos amantes se comporten como si fueran novios con toda la naturalidad del mundo, pero ellos así lo hacían. Ver a Juan Carlos hablando con ella era una total transformación, ese Juan Carlos de los últimos tiempos, ese tristón y con cierto punto de amargura se desvanecía y dejaba ver a un Juan Carlos alegre, el que yo conocía del instituto. Una empezaba a comprender el por que de la relación. Desde que conocí a Rosa hacía ya unos meses, sólo una vez había surgido el tema de su relación, y yo no me había prestado a hablar de ello, por lo que ese tema no surgió más. De las tantas veces que yo había estado en su casa nunca había visto a su marido, es más, si no fuera por que ella al hablar de la casa lo mencionaba podría haber pensado que ese hombre misterioso no existía. El desarrollo de mi trabajo era muy divertido, cuando iba a casa de Rosa ella siempre aparecía a la hora de comer y me preguntaba que sí comíamos juntas y a mi siempre me iba bien, así que poco a poco en aquellas comidas fuimos conociéndonos más y aquella mujer de carácter fuerte, extrovertida y atractiva me cautivaba cada vez más, lo que hacía más comprensible la debilidad que Juan Carlos sentía por ella. Toni decía que esta predisposición a ser mi amiga surgía en parte por el hecho de ser la amiga del hombre con el que salía, y a mi no me parecía raro, aunque a parte de eso había química entre nosotras. Al ir conociendo día a día un poco más a Rosa me resultaba extraño pensar que esa mujer a espaldas de su marido tuviera un amante. Por las historias que compartíamos se la veía una mujer de principios y una de las cosas que me gustaba de ella era que creía en la lealtad, principio incompatible con el engaño, aunque como bien decía Toni todos somos en parte imperfectos y a veces actuamos en contra de lo que creemos. Yo por mi parte siempre he defendido que es imposible saber si nosotros en algún momento de nuestra vida haremos o cambiaremos algo que considerábamos impensable. Ya que siempre hay circunstancias nuevas y desconocidas que nos impulsan en algún momento a ir en contra de lo que creíamos no iba con nosotros. Por ello es mejor no juzgar a los demás. Ya que en algún momento nos pueden juzgar a nosotros, aunque sea imposible no hacerlo, debemos intentarlo. Hay que ver lo fácil que es teorizar y lo difícil que es llevarlo a cabo, aunque más vale que por lo menos aspiremos a ser mejores personas de lo que somos.
LOOK DE AVELINA
Ya hacía dos veces que coincidía con Juan Carlos y Rosa en algún restaurante o local de copas, resulta raro que dos amantes se comporten como si fueran novios con toda la naturalidad del mundo, pero ellos así lo hacían. Ver a Juan Carlos hablando con ella era una total transformación, ese Juan Carlos de los últimos tiempos, ese tristón y con cierto punto de amargura se desvanecía y dejaba ver a un Juan Carlos alegre, el que yo conocía del instituto. Una empezaba a comprender el por que de la relación. Desde que conocí a Rosa hacía ya unos meses, sólo una vez había surgido el tema de su relación, y yo no me había prestado a hablar de ello, por lo que ese tema no surgió más. De las tantas veces que yo había estado en su casa nunca había visto a su marido, es más, si no fuera por que ella al hablar de la casa lo mencionaba podría haber pensado que ese hombre misterioso no existía. El desarrollo de mi trabajo era muy divertido, cuando iba a casa de Rosa ella siempre aparecía a la hora de comer y me preguntaba que sí comíamos juntas y a mi siempre me iba bien, así que poco a poco en aquellas comidas fuimos conociéndonos más y aquella mujer de carácter fuerte, extrovertida y atractiva me cautivaba cada vez más, lo que hacía más comprensible la debilidad que Juan Carlos sentía por ella. Toni decía que esta predisposición a ser mi amiga surgía en parte por el hecho de ser la amiga del hombre con el que salía, y a mi no me parecía raro, aunque a parte de eso había química entre nosotras. Al ir conociendo día a día un poco más a Rosa me resultaba extraño pensar que esa mujer a espaldas de su marido tuviera un amante. Por las historias que compartíamos se la veía una mujer de principios y una de las cosas que me gustaba de ella era que creía en la lealtad, principio incompatible con el engaño, aunque como bien decía Toni todos somos en parte imperfectos y a veces actuamos en contra de lo que creemos. Yo por mi parte siempre he defendido que es imposible saber si nosotros en algún momento de nuestra vida haremos o cambiaremos algo que considerábamos impensable. Ya que siempre hay circunstancias nuevas y desconocidas que nos impulsan en algún momento a ir en contra de lo que creíamos no iba con nosotros. Por ello es mejor no juzgar a los demás. Ya que en algún momento nos pueden juzgar a nosotros, aunque sea imposible no hacerlo, debemos intentarlo. Hay que ver lo fácil que es teorizar y lo difícil que es llevarlo a cabo, aunque más vale que por lo menos aspiremos a ser mejores personas de lo que somos.
El jueves Toni y yo habíamos decidido salir a cenar ya que el viernes yo me iba con las chicas, pensé de ir a comer una hamburguesa a un restaurante en donde el protagonista de toda su comida era el ajo. Hacían unas hamburguesas riquísimas y te las preparaban extrapicantes si lo pedias, las patatas fritas eran caseras y como no fritas con ajo, el local era muy bonito estaba decorado en tonos blanco y negro, las paredes estaban llenas de fotografías de la época de músico de su propietario todas ellas en blanco y negro, y luego como de si de un taller de coches se tratara estaban colocados esos aparatitos para triturar los ajos, que nunca he sabido como se llaman, había por lo menos veinticinco modelos distintos. Como no a Toni le pareció perfecto, así que llamé, reserve mesa y a las nueve y media llegamos. Cúal fue mi sorpresa cuando cerca de nuestra mesa estaban Juan Carlos y Rosa cenando. Nos acercamos a su mesa a saludar y ellos nos invitaron a unirnos con ellos, esta fue la segunda ocasión en la que coincidimos, inicialmente reusamos la invitación aunque insistieron tanto que al final accedimos. Ellos todavía iban por el aperitivo, le pedimos al camarero si era posible que nos sentáramos juntos y este no tuvo incoveniene, así que allí estábamos los cuatro en nuestras respectivas cenas románticas, que ya no tenían nada de romántico. Al principio me puse como violenta, aunque lo disimulé, no se algo de mi moral más profunda salía a flote y me decía que yo no quería participar en esa relación, permanecí en silencio unos instantes, menos mal que Toni y Juan Carlos se pusieron a hablar de que al día siguiente iban a los cars y tuve mi oportunidad de reflexionar. No tardé mucho en darme cuenta de lo insensible y estúpida que era mi actitud, quien era yo para juzgar, además ambos eran mis amigos y aunque mi temor fuera que aquello iba a terminar mal y que yo no quería estar enmedio cuando ello ocurriera sí realmente era amiga de ellos tendría que aguantarme y pasar el temporal, así que resurgí de mis pensamientos y me incorporé a la conversación.
-¿Qué habeis pedido?-Pregunté.
-Todavía no hemos pedido. Simplemente hemos pedido un aperitivo.-Me contestó Juan Carlos.
-Aquí si quieres te sirven la cerveza con ajo.-Añadí.
-Que poco apetecible.-Dijo Toni.
-Bueno no es tan malo, yo lo probé una vez, y no está mal aunque prefiero la cerveza sin, sin ajo quiero decir.-Toni se rió, a lo que yo le sonreí.
-Avelina me ha dicho que aquí las hamburguesas son muy buenas.
-Nosotros siempre pedimos chile con carne, está riquíssimo.-Dijo Rosa.
-No lo he probado, y mira que es un plato que me gusta mucho, mi madre lo hace muy bueno. Que te parece Toni, nos pedimos una hamburguesa y un chile a medias.
-Vale.
-Nosotros podríamos hacer lo mismo cariño. Le dijo Rosa a Juan Carlos.
-Vale-Le contestó con una sonrisa de enamorado.
Y así pedimos, la verdad es que estuvo todo muy bueno, Toni salió ganando ya que por lo menos se comió el sesenta por ciento de los dos platos, resultó muy divertida la experiencia, y si no lo hubiera sabido no hubiera sospechado en ningún momento que ese par de enamorados, eran amantes y que tras su historia había una tercera persona.